Había días en los que hasta la abrazaba. Un movimiento brusco; la tomaba por los hombros, la hundía contra su pecho. Eran dos simples pasos. El gesto duraba apenas lo suficiente para ser captado. Al instante la apartaba, volvía a su sitio. El mundo volvía a su sitio también.
Arrebatos como este se sucedían día tras día, siempre bruscos y sin explicación alguna. Cierto día, cuando Lilith bajaba las escaleras se produjo el más fuerte. Su culo se balanceaba suavemente al bajar, muy suavemente. Lo recordaba a la perfección. Izquierda, derecha, izquierda, derecha. Los músculos de las piernas se marcaban acompañando dicho movimiento, se ceñía el pantalón a su trasero y este continuaba balanceándose. Izquierda, derecha, izquierda, derecha. su pelo ondeaba... la empujó. Ambas manos abiertas contra sus omóplatos. un golpe seco, habría podido desatragantar a cualquier torpe comensal. Lilith rodó escaleras abajo. Quedó tendida en el rellano. Articulaciones en ágnulos extraños. Pensó en los egipcios, Cleopatra y sus extraños bailes. Se acuclilló junto a ella y con el bolígrafo de su bolsillo alargó la línea de sus ojos. Oh, Cleopatra. Aquella nueva perspectiva lo excitaba de sobremanera. Comenzó a desnudarla, dibujando nuevos jeroglíficos por todo su cuerpo. trazó su silueta con tiza en el gastado parquet. Amó aquellos fríos labios morados y lamió el lóbulo de su oreja. Jugó a acariciarla, a desearla como Cleopatra. Pero Cleopatra era una reina del cálido desierto y Lilith estaba muy fría.
Ojalá algo hubiera sido distinto.
Arrebatos como este se sucedían día tras día, siempre bruscos y sin explicación alguna. Cierto día, cuando Lilith bajaba las escaleras se produjo el más fuerte. Su culo se balanceaba suavemente al bajar, muy suavemente. Lo recordaba a la perfección. Izquierda, derecha, izquierda, derecha. Los músculos de las piernas se marcaban acompañando dicho movimiento, se ceñía el pantalón a su trasero y este continuaba balanceándose. Izquierda, derecha, izquierda, derecha. su pelo ondeaba... la empujó. Ambas manos abiertas contra sus omóplatos. un golpe seco, habría podido desatragantar a cualquier torpe comensal. Lilith rodó escaleras abajo. Quedó tendida en el rellano. Articulaciones en ágnulos extraños. Pensó en los egipcios, Cleopatra y sus extraños bailes. Se acuclilló junto a ella y con el bolígrafo de su bolsillo alargó la línea de sus ojos. Oh, Cleopatra. Aquella nueva perspectiva lo excitaba de sobremanera. Comenzó a desnudarla, dibujando nuevos jeroglíficos por todo su cuerpo. trazó su silueta con tiza en el gastado parquet. Amó aquellos fríos labios morados y lamió el lóbulo de su oreja. Jugó a acariciarla, a desearla como Cleopatra. Pero Cleopatra era una reina del cálido desierto y Lilith estaba muy fría.
Ojalá algo hubiera sido distinto.
"y Lilith estaba muy fría."
ResponderEliminarFría como el mármol, así estaba ella. Necesita un joven vikingo que haga que la sangre vuelva a correr por sus venas.
Bonito texto :)
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