jueves, 10 de diciembre de 2009

Alzheimer

Había cuatro flores en el florero de la entrada, cuatro que cambiaba meticulosamente cada día, para que no se pudieran.. o no darme cuenta yo de que pasaba el tiempo.
No sabría decir cuántas flores se sucedieron en todos aquellos días, ¿cientos, quizá?, ¿o apenas diez? Como he dicho, no sé la respuesta.
Eran rojas, siempre rojas, si no las había yo misma me ocupaba de que se volveiran rojas de alguna manera. Quería recordar los colores, lo vivos que eran, saber la pasión que el rojo había representado en aquellos quince años que pronto olvidaría.
Y eran rosas, rosas de las de verdad, no de color rosa. No soy redundante, pero, pero... maldita sea, no, no soy redundante. Eran rosas porque... ¡por los tangos que aprendí a bailar con él! Eso era. Me cudiaba de quitarle las espinas, para poder creerme una princesa eternamente joven al agarrar alguno entre la dentadura.
La dentadura... ¿pero dónde está la dentadura? Sobre la chimenea, sí, sobre la chimenea. Al lado hay una foto de mi hijo, Ricardo, qué guapo es. Hace tiempo se marchó, pero... no recuerdo verlo volver. Esperad ¿dónde está Ricardo?, ¿dónde mi marido? Hija ¿dónde están todos? La habitación está vacía. Mi hija, mi hija estaba aquí. Las 9, no puede ser tan tarde. Entonces ¿ya se ha marchado? No recuerdo oír cerrarse la puerta. Quizá fue ayer. Pero ¿dónde está Ricardo?, ¿dónde mi hija?, ¿dónde la dentadura? Dios mío, las 9, me echarán del taller, debo marcharme, pero esta no es mi casa. No puede ser, yo no tengo una chimenea, ¿por qué no puedo vocalizar?, ¿qué, qué...? Mis... mis dientes.
Mi... mis recuerdos...
¿Quién es la del espejo? ¡Fuera de mi casa!
Y dónde, ¿dónde estoy yo?

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Help.



Corrió hacia el teléfono descolgándolo de un manotazo, lo cogió en el aire antes de que llegara a tocar el suelo, sin apenas mirar los botones tecleó el primer número que le vino a la cabeza. No esperó a oír contesta, sus labios murmuraban rápidamente palabras prácticamente ininteligibles.
-Ayúdame, ayúdame, por favor. Siento un fuerte dolor, no sé lo que es, he probado todo y no se calma... creo que está dentro, dentro de mí. Tengo miedo, mucho miedo, por favor, ayúdame...-pero las últimas palabras se fundieron en un grito ahogado al oír la línea comunicando al otro lado.
Sola, se había quedado sola. No existía otro dolor que el de la soledad, la culpabilidad...
… y no había más ganas que morir agarrada a aquella postal.
Pensó en ponerse guapa, maquillarse. Se dio cuenta de que una vez la encontrara la policía no sería más que una víctima más.
Pensó tomar pastillas, para mantener su cuerpo intacto. Se dio cuenta de que prefería el dolor que le hiciera pagar su culpabilidad.
Y pensó en recapacitar, en no hacerlo... ¿pero por quién? Se vio sola y se cortó las venas junto a la pared.

martes, 8 de diciembre de 2009

He de reconocer que lo sabía.

Algunos seres humanos somos personas, y como personas no nso gusta que nos repitan lo que ya sabemos. Nos gusta hacer alarde de nuestros conocimientos, hacernos los interesantes, murmurar un "ya lo sabía"; pero nunca nos gusta que nos recuerden lo que ya sabemos, que lo hagan volver.


Y además de personas, somos idiotas.Pero intentar explicar eso es imposible y forma parte de mi propia idiotez.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Para explicarme.



   Podría empezar por el principio. Sería una buena idea, comenzar hablando de lo que por ti sentía, de la chispa en el estómago al verte; o podría pasar directamente a hablar de las cosas que esperaba encontrar en tu mirada y no aparecían, a las noches que buscaba calor en una cama vacía.
   Por suerte para mí, y mala para ti, éste no es el texto en el que te voy a relatar la verdad.
   Era invierno, frío, aburrido, dormido, un eterno domingo se sucedía y las casas grises no invitaban a sonreír por las mañanas. Las clases eran soporíferas, la gente sin sentido llevaba su vida por el mal camino. Yo no era distinta, pero yo me labré mi mal camino sola. Sin pala ni apisonadora, fui creando un sendero, encontrando piedras que entorpecieron mi camino, pero labrándolo sola.
   Así era la situación cuando te conocí. Cambió el invierno a la primavera, pero las casas siguieron grises y las clases sólo evolucionaron en más soporíferas. Los caminos de la gente nos iban apartando a todos. Marta por un lado, Ana por el otro, y así nos íbamos encerrando todas en nuestros mundos; con nuestro rincón en soledad, nuestro grupo de amigos y nuestros respectivos fantasmas del pasado para atormentarnos. Pero los míos no se parecían a los suyos, yo no tenía miedo a la oscuridad, o claustrofobia por haberme quedado encerrada en un ascensor; yo tenía miedo a aquellas arrugas que me convirtieran en ella...
   La abuela vivía a algo menos de 10 km de la ciudad, una vez me fui haciendo mayor, iba andando sola a visitarla. Llevaba su tiempo, pero merecía la pena perderse por aquellos caminos de la periferia; diría que tienen un encanto especial, las calles eran finas y hasta aquella humedad le daba un toque más perdido, a mí me gustaba sentirme perdida y, nada más ver aquella puerta azulada, saber que había vuelto a encontrarme.
  De mi rutina poco más se encontraba destacable, un café, dos tostadas y de vuelta a la calle. Caminar por una avenida para ir a clase, a las dos coger el mandil para trabajar en el bar de la esquina y servir café y tostadas a quien podía amanecer más tarde.
   En el tiempo libre solía volver a la calle, dar un vuelta, tomar a deshoras más café y tostadas, yo era la que no tenía hora de llegada... ni obligación de volver. De manera que apenas si veía a mi madre una vez al día, y si no estaba en chándal unas ojeras negras ensombrecían mi mirada, apenas un hola y un adiós hasta el día siguiente, o a la vuelta del fin de semana.
   A él apenas lo conocía, sé que pasaba por casa de vez en cuando, dejaba colillas en el cenicero y colonia en su cama. Alguna vez coincidimos desayunando, se interesó por mis estudios, mi trabajo, y mis piernas largas.
  Al otro lo visitaba de vez en cuando, siempre con flores,él se mantenía escuchando mi rutina, yo me sentaba en la hierba y leía mil veces el epitafio. Hacía esto cuando no tenía ganas de que me repitieran la historia, o las matemáticas, o, simple y llanamente, no tenía ganas de ser observada. Cuando cruzaba de vuelta las puertas de vuelta a casa, cambiaba mi camino hacia casa de la abuela, algunas veces también había flores para ella. Esta también se mantenía atenta a mis palabras, alimentaba su mente con vivencias que ya no tenía y, más tarde, me daba dinero como queriendo comprar mi vuelta, o pagar mis palabras.
   Entonces llegó el día en que ella no volvió a casa, desaparecieron las colillas y el olor a colonia, aparecieron las deudas del recibo de la luz y del agua. No dejó una nota, sólo un poco de dinero que se me fue en el autobús una mañana de lluvia. Al poco tiempo decidí que no necesitaba sesenta metros cuadrados para mi vida, treinta me llegaban en cuanto le sumábamos la inmensidad de la ciudad.
   Acabaron las clases, la lluvia y mi contrato. La calle se tornó de otro color y me mostró una nueva forma de vida. Tres noches a la semana no sólo el novio de mi madre se fijaba en mis piernas largas. Seis meses pasaron hasta que murió la abuela, me dejó su casa, sus recuerdos y diez kilómetros para la ciudad.
   De casa al parque lo conocí a él, me buscaba. Yo era delgada de piernas largas, todo lo que necesitaba para una exclusiva cada tres semanas. Nada me costó decir el “sí, quiero”, poco me importaron las fotos, los rumores y los cotilleos. Un ático de doscientos metros, una vida pagada y un “para siempre no te quiero”.
   Esa puede ser la historia, aunque no lo sea, tú créela, me ha costado mucho más que olvidarte en éste tiempo.




Después de una pausa, se retorna con más fuerza.



lunes, 9 de noviembre de 2009

Incómoda.

Entramos en la tienda, respetando la distancia de seguridad, por supuesto, cada uno asegurándose de que nuestras manos no entraran en contacto. Me acerqué casi de un salto a las bandas de guitarra, tocándolas para tener ocupadas las manos; comencé a hacer comentarios absurdos, intentando romper el silencio, sentía la incomodidad en el ambiente, la tensión.
-¿Has visto esta? Militar, hum... me encanta, muy heavy ¿no crees? - exclamé a trompicones. Agarré otra- ¡Dios! ¡Terciopelo rosa! En serio, lo amo - levanté la banda como un trofeo- soy una verdadera hortera - solté una risotada y sonreí al dependiente.
Me escurrí entonces entre las filas de guitarras y bajos, sintiendo la sombra de su presencia en la espalda. Escalofríos inexistentes imaginaba recorriendo mi espalda. Seguí hablando, intentando espantar así al tensión del ambiente.
-Adoro las Jackson, son geniales, tienen un... - me quedé en blanco y lo miré forzando una sonrisa- ¡un tacto estupendo!
-¡Sí! Pero... ya sabes, las pastillas son... una bazofia, una verdadera bazofia- pasó la mano por una de las guitarras que colgaban- aunque bueno, se pueden cambiar y punto- sentenció.
- Sí, se pueden cambiar, sin duda...- callé dándome cuenta de lo estúpido de la situación- lo demás lo compensa, ya sabes.
Pasé la mano por la guitarra más cercana a mí, nada más sentir su mirada en la nuca pegué un saltito y seguí con mi apurado camino entre las filas de instrumentos. Algo en mi interior me hacía hablar, decir cosas sin sentido, miraba hacia todas partes, buscando cualquier inspiración para mis palabras.
- Las Gibson en cambio no me gusta - hice una mueca mirando las estanterías más grandes de guitarras de curvas suaves- a mí en que me gustaba era Slash, séeeh...- anuncié con voz de camionero salido- tenía un puntazo. Ya sabes, bolsa en la cabeza...- reí de mi intento de chiste.
- Yo hubiera preferido las drogas directamente- continuó bromeando, pude imaginarlo encogiéndose de hombros al tiempo que miraba al techo.
Noté su cuerpo muy cerca, unas ínfimas descargas eléctricas discurrían por mi médula, un nuevo arrebato me hizo girarme hacia él mostrando la mejor de mis forzadas sonrisas.
- Voy a preguntar cuánto vale el ampli, que me entretengo- eché a andar hacia el dependiente huyendo de lo que atrás me esperaba, mas estaba segura de que venía a mis espaldas. Su voz me corroboró.
- Sí... yo voy a preguntar cuanto vale aquella de allí- apareció en mi cabeza su gesto, señalando con la cabeza aquella guitarra, él sabía el precio, era todo soberanamente ridículo.
Una vez contestadas las dos preguntas, ambos nos miramos con cara de póquer. Me daba ganas de huir lejos, fingí la mejor de mis sonrisas y mientras yo desviaba la mriada hacia la puerta vi por el rabillo del ojo como preparaba su boca para decir algo.
- ¡Vamos a tomar algo! - solté al instante- prometo llevarte al sitio del que te hablé, hoy estará abierto, lo juro, jajaja- me dirigí hacia la salida.
- Sí, jaja, ya va siendo hora, eh- contestó casi superando mis intentos de falsa comodidad.
Caminamos muy rápido, en nuestra pequeña maratón particular, cada uno parecía querer adelantar al otro, pero en el momento en que nos situábamos a la par uno de los dos lo evitaba, acelerando o frenando, dejando nuevamente aquella distacia de seguridad que jamás había existido antes. Calle a la izquierda, calle a la derecha llegamos a la puerta de nuestro destino, aceleré el paso para poderla cruzar antes y no tener que soportar su mirada a mis ojos nuevamente; me colé dentro setándome en la mesa más iluminada, cerca de los altavoces, cerca de la tv, cualquier cosa que sirviera para romper el ambiente.
- Oye... - susurró en el momento en que acababa de sentarse en la silla a mi lado, al momento tomé la carta abriendola ante mis narices.
- El batido de capuccino está genial - reí -pero no sé si es lo que quiero hoy...
- Lil...- susurró mirándome.
- ¡El de vainilla, el de vainilla es estupendo! Una sensación orgásmica en el paladar...- susurré riendo incómodamente pero todo fue ahogado en el momento en que lo miré a los ojos. Bajé la mirada avergonzada de todas aquellas frases estúpidas impidiendo sus palabras.
Sentí su mano en el mentón, levantándome la cara con suavidad, sus labios abrazaron los míos. Tuve que hacer aquel gran esfuerzo otra vez, desechar de mi mente aquel pensamiento de que éramos dos piezas de un puzzle, encajábamos, nuestros labios encajaban... mis dedos lo empujaron con suavidad, sólo un roce débil, suficiente para hacerlo marchar.
- Lo siento... - susurré- no.

sábado, 31 de octubre de 2009

Como antes




Ya no atiendo a tus posibles palabras, a tus ridículos sentimientos. Yo lo sé, qué más dará el resto. Te apartaré de mis pensamientos, no volveré a posar en ti la mirada, serás uno más y yo la de siempre. No habrá más paranoyas, sólo las conversaciones desenfadadas de antes, ningún no puedo contarlo; todo claro, todo cristalino, como antaño. Volveré a pensar en otros de distinta forma, y en ti como en los demás, y ni una caricia, ni una mirada, ni un beso se me escapará.






Take this love, take this life...

domingo, 25 de octubre de 2009

Nobody

Nadie, nadie se para a pensar nunca.
Si ahora yo le diera al stop. Hagamos un repaso, un resumen, una sinopsis de todo esto. Todo lo dicho y lo hecho, todos los participios que han estado presentes en nuestra relación.
He de decirte que hay muchas cosas que siento. Mi culpa o no, yo lo siento. Nunca he sabido por qué yo no te dije todo esto, por qué siempre he decidido echar a correr hacia donde nadie está.
Quizá sea todo aquello que aún me hace daño, me pide que en ese último instante eche a correr. Me grita "¡aléjate antes de que sea demasiado tarde!". Y yo te pido, aléjate tú antes, no quiero volver a echar a correr. Él me ordena, me miente, me embelesa, me convence para besarte y me pide que te abandone después. Hace que dude por las noches pero no puede nunca luchar contra tus palabras bonitas, contra todos esos recordatorios delicados de un "te quiero sólo a ti". Pero cuando ellos desaparecen y el vuelve... siento como me arropa, se acuesta a mi lado en la cama y me da un beso frío en los labios; hace que me invadan las dudas, me asalta, me asedia, me desnuda; y yo, yo pierdo toda mi fortaleza, tomo todas las decisiones incorrectas. Y tengo miedo, mucho miedo, miedo a sufrir.
Hagamos cámara rápida hacia atrás, veamos mi vida como una película desde el final. Atiende a los detalles que te he explicado, quizá lo consigas, quizá puedas entenderlo. Y entenderme a mí también. Quizá si eres tú quien me lo dice yo me lo crea. Dime tú por qué quiero besarte y no besarte, verte cada día y no volver a verte, que me quieras cuando yo no quiero quererte... o sí. Hay tantas cosas que querría poder explicarte, pero otra parte de mí me alerta, esa misma que está tan presente en estas tardes de domingo; puede que si te lo diga se haga real, un problema real y demasiados sentimientos demasiado reales...puede que yo sea demasiado débil, después de todo. No quiero fallar y fallarte, añadir otra etapa más negra a la película y seguir viendo como mi vida se dedica a hacer recompilaciones de la misma historia triste. Quiero algo, o no quiero nada.

viernes, 23 de octubre de 2009

Un cambio radiKal, para bien o para mal

Una situación, un momento, un "cata-púm". Algo que te haga pensar en mañana, que le dé alguna razón a que cada mañana descanse tu pelo en mi almohada. Un recuerdo, un sentimiento, malo o bueno. ALGO!

Dos personas quizá no sean suficientes.
Tres multitud,
sin duda!
Cuatro palabras, "te odio",
"te quiero" luego.
Cinco razones para cada uno,
cada uno de esos cinco que se suceden.
Seis pasos para marcharse
y el siete,
el que me lleve a despertarte.

Cada mañana pienso la misma cosa, no cosa, una idea, algo que llevar a cabo (sí, ALGO!). Todo tipo de pensamientos se arremolinas en mi mente a las 7 y media de la mañana (en realidad 7:40, a cada año más vaga, por supuesto, o quizá menos preocupada por mi aspecto).
Existen dos tipos de personas en el mundo: a las que te follarías, y a las que volverías a hacerlo, pequeña. Toda una sociedad de sentimientos vacíos, quién los quiere? Y en la estacada se queda quien los vende, quien aún cree en ese bonito ideal del amor. Y a quien quiera más, ahí te quedas, amigo; o te acostumbras o te buscas a quien te entienda. Pero quizá ya no haya quien te quiera.
Así que eso es lo que buscais todos, no? Decir que lo teneis todo, cuando no teneis nada; maquillar esa puñetera soledad que a todos nos vigila en lo oscuro de nuestra habitación. Salir a la calle y decir que eres feliz. Acaso no lo eres? Guapo... o guapa, listo... lista, ligas o no ligas? Siempre hay quien vende gratis besos en las esquinas. Ninguno será un regalo pero quizá el acohol haga que olvides pagar, qué más da! Mañana será otro día. Otro día que celebrar.

... Que celebrar que depués de tantos años sigues sin tener nada. Sigues sintiéndote tan sola como en aquellos 15 años. Que ni buscas ni encuentras; que a los últimos que creían en el amor los dejaste allí, en la estacada. Porque tú no buscas creencia, tú buscas DIVERSIÓN, romper espejos por belleza y disfrutar de otros 7 encantadores años con tu racha de MALA SUERTE, 7 años más sola. SOLA y sin SENTIR....


...Y lo peor, es que por mucho que lo pienso sigo encontrándole demasiados PROS a esta actitud. Lo peor de mí es que sin duda, nunca me arrepiento.




Ya ves, el mejor de los pecados siempre fue el haberte conocido.







P.D: Lo sé, yo antes, NO era así.


domingo, 18 de octubre de 2009

Domingos

Muchas veces parece que los días cambian según nuestro “contexto” interior. Hoy llueve, hoy hace frío... pero quizá unos días la lluvia no es tan amarga, y otros el sol no alumbra tanto. Días grises, días de “color de rosa”, días y días que se suceden uno tras otro, después de todo.

Algunas veces el cambio de estación no tiene que ver con la forma de llegar de los rayos del sol a la Tierra, ni todo tipo de términos científicos que puedan aparecer en los libros de texto; si no que, por causas desconocidas (o conocidos y conocidas con nombre y apellidos) pueden hacer de un terrible lunes lluvioso un atractivo nuevo día del que ni el jo... robado despertador pueda amargarte. Otros te transforman, quizá una acción, unas mínimas palabras. El “no me ha hecho daño” de siempre cuando el inconsciente de tu subconsciente te repite que entres en razón.


Pero obstinados siempre, humanos siempre, seremos los últimos aceptarlo e intentar arreglarlo.Siempre me he imaginado cada semana como un año, con sus estaciones, sus cambios; pero esta parece una comparación muy típica, prefiero compararla con el patio de mi casa, que sí, es particular. Cada día de la semana voy barriendo todas las hojas y desperdicios varios que ahí se acumulan, barriendo y barriendo transcurre la semana y cada noche acumulo más “residuos”, por así decirlo.
Entonces, llega el domingo, o esa noche del sábado al domingo; en esa noche, cojo mi recogedor interior e intento poner en él toda esa “mierda”, pero al despertar hay una pequeña fila de residuos, que el viento volverá a esparcir para darme qué pensar en uno de esos malditos domingos. Esos malditos domingos invernales aunque el termómetro pueda marcar 40º, y aunque haya domingos distintos todos comparten esos estándares y nadie ¡nadie los cambiará! Porque el domingo te llevará a cada uno de esos terribles lunes que tanto odia Garfield (una actitud comprensible, sin duda) pero quizá ese lunes no sea tan terrible, puede que salga un sol tímido entre las hipotéticas nubes negras y te mire en forma de “conocido”, o “buena nota”, o “profesor enfermo” o simplemente sea una alegría muy tonta fruto de las drogas blandas consumidas un sábado noche.

jueves, 15 de octubre de 2009

Ahogamiento, gilipollas

Soy como un terrón de azúcar, sabes? Ahora me ahogo, en un vaso de agua, o mejor, un café, de esos que siempre me estoy tomando, uno igual a ese. siento como me hundo, poco a poco, y no sé la razón, no le entiendo, y me hundo en el café como un puto terrón de azúcar. Tus palabras que antes me reconfortaban son una cuchara que me obliga a hundirme más, y más, y más... ¿por qué lo haces? ¿de dónde sale? ¿de dónde, coño, sale? Y me hundes más, y más, y más... y yo no entiendo nada, NADA. Cuál es tu juego, que clase de peón soy yo en todo esto y por qué jodida razón no hago nada para evitarlo; por qué soy una excepción contigo, todo es racional, todo es claro entre mi mente y mi cuerpo. Pero vienes tú, PUUUUUUUUUM! Todo se desequilibra, se siembra el caos, aparecen las jodidas excusas con las que intento convencerme de la primera mierda que a cada día se vuelve menos creíble. ¿Y sabes qué? Me convenzo, eso es lo más triste, me creo las propias mentiras que yo me intento y me aferro a ellas igual que el terrón de azúcar a la cuchara, así soy yo, aferrándome a ti, como una bendita gilipollas. Y una gilipollas un tanto más gilipollas, porque me atrevo a dar un paso más ¡sí! y decir recordarme a mí misma que la culpa la tiene...


... esa mirada tan bonita tuya, y las contadas palabras con sentimiento que dices al aire y yo escucho aunque no vayan dirigidas a mí, y esa mueca, adoro tus jodidas muecas.

lunes, 12 de octubre de 2009

Nothing


Sé que si abro la boca se irán todas las palabras que quiero decirte, que si levanto la vista y te miro olvidaré todos los reproches; sé que el momento en que me acerque a ti mis ganas de besarte serán directamente proprocionales a las tuyas, y ambas inversas a la distancia entre nuestros cuerpos.
Y por qué lo hacía, por qué no me apartaba a sabiendas de lo que venía después. Sencillo, muy sencillo, incontrolado y sencillo. Dejarse llevar por los sentimientos que prefieres no conocer, siempre ha sido más sencillo.



lunes, 5 de octubre de 2009

Lunes

Lunes ¿qué mejor descripción de un lunes que esa que viene enmarcada por una lluvia torrencial y un "todo sale al revés"? Volver a atravesar la misma puerta, para encontrarse las paredes más sucias, los techos más bajos, darse cuenta de que aquello que en un principio había sido un santuario ha perdido todo respeto en tu interior. Ver subir y bajar las caras de siempre, las caras nuevas de quien se cree arrasando en la inmunda sociedad que ahí se junta. Y mirarlos con todo el desprecio, sintiendo como se refleja un rictus de asco en tus labios apretados. Sintiendo también tu alma esparcirse por las escaleras que vas subiendo con desgana, arrastrarte hasta una mesa y prepararte para otro día más; y quizá esperar algo, sólo algo que lo haga todo distinto.

La cabeza me da vueltas y sigo sin saber en qué punto de mi mente se detiene, en cuál se fija más, qué es lo que le importa y qué es lo que quiere ahora mismo. Ese rencor, ese asco, están ahí todo el tiempo, ya no desaparecen. Sólo quiero dejar atrás todo eso que me une con el sufrimiento, quiero ser libre, de todo. YA!

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Oh, Cleopatra.



Había días en los que hasta la abrazaba. Un movimiento brusco; la tomaba por los hombros, la hundía contra su pecho. Eran dos simples pasos. El gesto duraba apenas lo suficiente para ser captado. Al instante la apartaba, volvía a su sitio. El mundo volvía a su sitio también.
Arrebatos como este se sucedían día tras día, siempre bruscos y sin explicación alguna. Cierto día, cuando Lilith bajaba las escaleras se produjo el más fuerte. Su culo se balanceaba suavemente al bajar, muy suavemente. Lo recordaba a la perfección. Izquierda, derecha, izquierda, derecha. Los músculos de las piernas se marcaban acompañando dicho movimiento, se ceñía el pantalón a su trasero y este continuaba balanceándose. Izquierda, derecha, izquierda, derecha. su pelo ondeaba... la empujó. Ambas manos abiertas contra sus omóplatos. un golpe seco, habría podido desatragantar a cualquier torpe comensal. Lilith rodó escaleras abajo. Quedó tendida en el rellano. Articulaciones en ágnulos extraños. Pensó en los egipcios, Cleopatra y sus extraños bailes. Se acuclilló junto a ella y con el bolígrafo de su bolsillo alargó la línea de sus ojos. Oh, Cleopatra. Aquella nueva perspectiva lo excitaba de sobremanera. Comenzó a desnudarla, dibujando nuevos jeroglíficos por todo su cuerpo. trazó su silueta con tiza en el gastado parquet. Amó aquellos fríos labios morados y lamió el lóbulo de su oreja. Jugó a acariciarla, a desearla como Cleopatra. Pero Cleopatra era una reina del cálido desierto y Lilith estaba muy fría.


Ojalá algo hubiera sido distinto.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Caótico mundo en este jodido firmamento



¿Sabes? Pareces delicada como una muñeca de porcelana. Suave, pálida. Esos labios rosados, inexpresivos, tan cerca... Hay noches en las que sólo sueño con desgarrarte esa piel, arrancarla a tiras y acariciar con mi lengua tus heridas. Sentir tu sangre tibia contra mi lengua, mi saliva ácida mezclarse con el óxido. Acariciar con mis uñas tu espalda hasta desgarrarte, quiero tu piel blanca en mis uñas, tus ojos asustadizos quiero que continúen mirando. Vamos, mírame ¿acaso soy un monstruo? Déjame tomar tu garganta. No, no, no cierres los ojos, amor, quiero que me veas. Vamos, mírame. Puedo oir tu sangre martilleando desde aquí, demasiado rápido, parece que quiere salir. ¿No crees? Abriré la puerta entonces, no hace falta que me lo agradezcas, cariño. No, no me agarres, tus manos... ah, tus manos. Tus delicados dedos, a qué esperas, ¿por qué no disfrutar tanto como yo? A qué esperas para tocarte, pequeña. Puedo hacerlo yo si lo deseas, tú sólo sigue así de quieta. Dame tu mano, rápido. Esas uñas serán estupendas ¿no crees? Vamos ¿a qué esperas?. Déjame quebrar tus costillas y lamer tus pulmones, encontraré ahí todo el oxígeno que no hay en este jodido firmamento. Tú sólo déjame poder quebrar tus venas con mis dientes. Quiero todas y cada una de esas pestañas, y las tomaré, son mías. Eres mía. ¿A qué esperas para entregarte?

Mío, no tuyo, no suyo, sólo mío. Es claro, es sencillo. Por qué te cuesta tanto entenderlo. Te daré tiempo, te daré los segundos antes de que tu inútil corazón deje de latir.




Aparece.

viernes, 28 de agosto de 2009

Butterfly Effect



-Y por último dime. ¿Nunca has sentido ganas de cometer un acto de gran repercusión? No dejará a nadie indiferente. Sentirás las dulces cosquillas del odio y el rencor tras tus orejas. Miradas fulminantes en tu nuca cuándo caminas por la calle... y tal satisfacción, mayor es el placer de lo prohibido. Si tanto te importaba podrías haberlo dicho ¿no crees? Púdrete dulcemente en mi olvido.



Efectos a gran escala.

martes, 25 de agosto de 2009

-Es el dulce desequilibrio lo que me mueve, de un lado a otro, más tarde doy vueltas, como un tiovivo, cada vez más rápido, más rápido... mil imágenes se funden en un torbellino lleno de color, pero mis ojos se cierran y el caos abita ahora en mi interior. Y da vueltas, y vueltas... mi mente comienza a sentir un sopor entonces, mi cuerpo deja de ser fácilmente manejable, moverse requiere un gran esfuerzo, y ese esfuerzo una vez hecho, elimina toda sensación anterior.

lunes, 24 de agosto de 2009

Dolor, dolor, dolor, dolor

Dolor, dolor, dolor y dolor el que martilleaba su sien desde que todo aquello había pasado. Un torrente de penasmientos amenazaba con desbordar al tiempo que recorría la distancia del ascensor a la habitación. En breves, todo aquel mar se embravecería para que luego su mente lo drenara finalmente. Aquello acabaría, para bien o para mal, no más dudas, no más sentimientos, quizá.
Tragando saliva, empujó la puerta, con temor observó a la figura postrada en la cama. Había cerrado los ojos al entrar ella, fingiendo sopor, sueño; sintió hervir su sangre, otra vez más. Lo miró fijamente, más allá de aquellos párpados y aquella respiración fingida acompasada él trataba de huir de sus palabras, de aquellas palabras que decantarían por fin la balanza.
-Abre los ojos- susurró con voz vacía, intentando mostrar una cara de póquer, neutral, mas el disgusto y la tristeza ya eran demasiado difíciles de maquillar.
Casi al instante el bulto bajo las sábanas blancas se enderezó, asumiendo la derrota. Al momento un joven de pelo alborotado y mirada vacía se hallaba sentado en la dura cama de la clínica. Su aspecto, totalmente demacrado, le hacía envejecer demasiado a los ojos de los demás. Aquella mirada carente de sentimiento reposaba ahora en ella, en su cara se reflejó una pequeña sonrisa torcida, lejos de expresar nada a la receptora que aceptó por fin que la tormenta total se acababa de desatar.
-Yo...- dijo suavemente paseando ahora su mirada por los azulejos de la habitación- creí que eras otra persona, ya sabes... estoy cansado y no me apetecía hablar con nadie- mintió rezando porque sirviera de algo, la miró con inocencia entonces, para comprobar que no había tenido resultado.
Ella cerró los ojos, apretando los labios, reteniendo las lágrimas que habían hecho aflorar aquellas palabras. Las de siempre, esas excusas, más tarde los vagos intentos de haerle ver que ella "era diferente". Abrió aquellos grandes ojos negros y lo miró con seriedad.
-Ya no quiero saber si es lo que tú deseas en este momento o no- el nudo en su garganta pareció aflojarse- he pasado días y días preguntándome por qué me he tenido que enterar por mi mejor amiga de que estás en el hospital. Intentaba excusarte ¿sabes? - paró al sentir su voz rompiéndose, pero el nudo de su garganta se aflojaba, la tensión, todo aquel peso sobre su espalda parecía desaparecer al ritmo de cada palabra- "Se sentirá mal", "no querrá tener a más gente en la habitación", "él siempre ha sido así"... Pero no, desde que todo esto empezó esa ha sido mi morfina, excusas poco creíbles para anestesiar todo el dolor...- su cuerpo comenzó a temblar, hundió la cara entre sus manos, luchando por no llorar en su presencia. Una vez perdida la batalla se sentó en la cama cuidándose de darle la espalda. Él hizo un amago de acercarse a abrazarla, pero jamás habría estado tan ciego como para darse cuenta de que no era un buen momento, de que su tacto no era lo que quería ahora, sólo una explicación certera, sólo la verdad. Se mordió el labio inferior mirando por la ventana las nubes grises.
-Sabes que para mí todo esto es difícil... siempre te lo he dicho, yo...- nuevamente su voz estaba lejos de expresar algo, únicamente eran palabras escogidas al azar, pero como siempre, meras excusas como las que su mente redactaba.- Te dije que esto sería difícil.
Alzó la cabeza entre sus manos, el cabello ligeramente despeinado, los ojos rojos y la cara demacrada surcada por gruesas lágrimas. Unos dientes blancos apretados y una mirada qué preguntaba únicamente por qué. Pero no lo miró, sentía que si lo miraba sentiría nuevamente aquella compasión y jamás acabaría aquello, había decidido zanjar y se juró que lo haría. Entre dientes comenzó otra vez, tambaleándose ligeramente al borde de la cama, y resistiendo con desesperación la tentación de tirarse de los mechones de cabello, deseando que el dolor físico calmara por fin aquella ansiedad que la acompañaba en todo momento.
-Siempre, siempre he sabido que todo esto sería difícil. Día tras día lo di todo para hacerte sentir bien. Siempre intentando mostrarte mi presencia si ahogarte, mostrarte y demostrarte que lo que siento por ti es lo suficiente fuerte para no renunciar- él abrió la boca, quizá para decir que sabía todo aquello , pero un gesto rápido le indicó que esperara al final. Si paraba ahora, seguramente no reuniría las fuerzas para volver a empezar.- Antes de comenzar con todo esto. Me esforcé en no esperar nada por tu parte, resistir el golpe si esto salía mal. - Suspiró.- Ha pasado un año. Despertándome con la esperanza de que sería ese día en el que me dijeras algo, me apretaras la mano cuándo vieras mis fuerzas flaquear, un "me importas", un simple agradecimiento... algo. Nunca, nunca he esperado un "te quiero". Conozco toda tu historia, he comprendido tu dolor desde el principio, he luchado por verte mejorar. Pero quizá he fallado ¿no crees?- rio amargamente- al fin y al cabo, en el fondo, siempre he esperado que acabaras por quererme lo más mínimo, no sé como he podido ser tan idiota- agitó lentamente la cabeza de un lado al otro, negando.
-No, no, espera, escúchame- la voz del chico sonó más alta, más pasional que la vez anterior, pero nuevamente mus lejos de cualquier sentimiento. El nuevo halo de frialdad pisoteó cien veces su alma y avivó el viento de la tempestad, cada vez más cerca de terminar, y volvería la calma, la tranquilidad. Quizá en el fondo muy hondo del mar, pero de aguas calmadas, no más olas que intentaran ahogarla.- Yo... claro que agradezco todo lo que has hecho, claro que...- su voz se apagó por un instante- claro que aprecio todo eso, pero aún necesito tiemp...
-¿Tiempo?- lo interrumpió con voz amarga, escupiendo toda aquel mal que abitaba ahora en su interior- prometí darte todo el tiempo - se mordió el labio con rabia, rasgandom la piel, comenzó a sentir una sangre tibia aflorar, pero no sintió más dolor, se levantó y caminó hacia la ventana. La luz de aquel día gris apenas iluminaba la estancia- yo... ya no sé en qué apoyarme ¿sabes? No pude evitar esperar algún progreso, un mínimo progreso. "Tres meses es poco" - imitó su propia voz con un toque infantil- y cuando fueron seis me dije "seguro que ya falta menos" - rió nuevamente mientras sus lágrimas volvían a brotar- pero en todo este tiempo, no he recibido la más mínima prueba de crear una ínfima repercusión en ti. Y me decía "para él es difícil expresarlo" o "no debo presionarlo" o cualquier sinónimo que me ayudara a dormir por las noches. Pero, ¿y si desapareciera? Dime si llorarías, si sentirías pena - volvió su miraba hacia aquel pelo alborotado, que observaba el suelo con pesadumbre- ... ¡dios!- gimió golpeando la pared con mos puños antes de comenzar a llorar nuevamente. - ¿Por qué? - le gritó ya- dime tan sólo por qué. ¿Qué he hecho mal? En qué momento me hice merecedora de tanta frialdad, cada día posabas en mí tu mirada vacía, me perseguía por las noches. Me veía a mi misma soltándote todo esto hace mucho tiempo, pero por la mañana me enfadaba conmigo misma por mi poca paciencia, por no comprender tu dolor... - hizo una mueca de asco, el estómago vacío comenzó a revolvérsele, tenía ganas de perder la consciencia, de morir, zanjar aquella conversación sin más palabras que las que pudiera dar la muerte al venir a buscarla. "Ella se viene conmigo" quizá, irse sin tener que decir adios... .
Se dio la vuelta para mirarlo, aquella podría ser la última vez y lo sabía. Suspiró y se secó la cara con las mangas de raído jersey.
-Así que ahora dímelo, por favor. Dos únicas palabras. -ambas miradas rogaban ahora. Una pedía de rodillas, aún estando de pie, la otra suplicaba no tener que lelgar a aquel final. Pero ya era tarde, desde que aquella puerta se había abierto, desde que él había decidido reconocer que estaba despierto, el final de la tormenta estaba escrito ya, para bien o para mal.- Dímelas y te prometo amarte hasta el día en que estés preparado para decírmelas otra vez. Únicamente dos palabras y te prometo esperar de la forma que te sea que cicatricen tus heridas - tomó aire, pequeños espasmos subían por su espalda, sus labios temblaban y las lágrimas comenzaban a nublar su vista otra vez- por favor, sólo dilo.
Pero el silencio habló por si mismo, los ojos del chico se cerraron, intentando expresar un mínimo dolor, pero aquel dolor se acercaba más al arrepentimiento por no haber continuando fingiendo aquel sopor. Los minutos se fueron sucediendo, ambos continuaron quietos. ninguno habría querido aquel final inevitable, pero algunas veces el destino estaba para eso, para reirse de ti.
Ella asintió con los ojos cerrados, dándose por vencida por fin. Bandera blanca, las aguas se calmaron y todo aquel profundo dolor que había convivido con las aguas comenzó a salir fuera poco a poco.
- Gracias - susurró al fin. Se miraron por última vez, con pena, él comenzó a articular una respuesta pero ella negó con la cabeza- no te preocupes, ya lo siento yo por los dos- terminó, soltando en aquella frase toda la armargura acumulada. Caminó hacia la puerta y salió, quedándose apoyada contra la pared un rato, con el fin de recomponerse pero lejos de conseguirlo aún.

He de reconocer ahora, que en el fondo, tuve la esperanza de que su mano m impidiera marchar en aquel momento, aunque sin palabras, quizá sólo salir a buscarem. quizá una llamada perdida al día siguiente, quizá un "dame otra oportunidad"... pero la morfina en mi mente se había agotado hace tiempo y todas aquellas excusas resultaron retazos de todo lo no-vivido a lo largo de aquel año.

viernes, 21 de agosto de 2009

Experimento

Los días, las horas, se sucedían con la velocidad de esos coches que queman la calle de madrugada. El tiempo se sucedía mirando cuatro paredes deseando encontrar la canción que te ayude a llorar, y deseando que llorar sirva de algo esta vez. Con rabia verse retoceder a cada paso, observar como las nubes ocultan los rayos de sol fugitivos que aparecían cada mañana en aquel negro horizonte. Dia tras día, noche tras noche, buscar lágrimas que no encuentran razones para aparecer. Porque no las hay, existieron en el pasado pero se han enterrado.Entonces ¿por qué quieres llorar?
Y ahora mismo puedo presumir de haber tomado la decisión acertada. ¿Qué han pasado... veintitrés horas? ¿Un día, quizá? Seguramente no sea capaz de explicar la alegría que recorrió mi cuerpo en ese momento, la liberación, esas ganas de volar alto, muy alto, y muy lejos. Pero esta vez, no ir sola. No me dejes sola, por favor.



Exactly, I like you now.

-Quiero un vikingo, un vikingo que me proteja con su cuerpo del frío y el mal de la sociedad moderna que únicamente se preocupa por su propio bienestar sin pararse a pensar en que pueden pisotear a pequeñas damiselas en apuros como yo. (Levantando una mano a lo Hamlet)
-¿Un vikingo? ¿Qué estás diciendo? (visiblemente sorprendida)
Sííí! Tan sólo imagínalo tomándome en brazos durante una tormenta de nieve, perdidos juntos en algún lugar de Islandia, declarándonos nuestro amor eterno al tiempo que los grandes osos polares nos acechan en los más recónditos rovecos. ( mira soñadora al horizonte lleno mientras la luz de las estrellas ilumina sus ojos brillantes)
- Disculpa, pero me cuesta bastante imaginarlo. (apartándose disimuladamente)
- ¡Espera! (da un brinco y toma papel y lápiz. Al instante se oye el murmullo rápido del carbón en el papel) ¿Qué tal así?
-Mucho mejor. (Asintiendo) Para ser un boceto, te ha salido muy bien (murmura admirada mientras continúa asintiendo).
- Osino, imagínanos aquí, en una de estas frías noches gallegas (no ha oído nada de lo que ella ha respondido) caminando por el Casco Vello. Un borracho nos atacaría entonces y él lo lanzaría por el aire... (junta las manos bajo la barbilla como si estuviera rezando mientras sus ojos brillan aún más) o mejor (se levanta de un salto) me protegería con su cuerpo y de un gruñido haría que se alejaran (camina suavemente por la habitación dejando los brazos planear a su espalda). Imagínate que el yonki sacara un cuchillo (volviéndose hacia ella, con las manos abiertas a los lados de la cara como si estuviera al acecho, los ojos ojos muy abiertos y cara de concentración) intentaría clavárselo, pero su piel dura como el acero resistiría el golpe y sin mediar palabra volvería a su dueño.
- Sin duda (visualizándolo ahora).
- Aaaay (suspira, soñadora.).
- Yo también quiero un vikingo (sus ojos también brillan ahora).










Este texto va especialmente dedicado a Lenashka (:


miércoles, 12 de agosto de 2009

Las miradas se entrecruzaban cada día, a cada hora, en el mismo tren. Amor y odio se encontraban, nunca viajaba la indiferencia a las doce de la mañana.Pero aquella no era más que una mirada rutinaria. En poco tiempo, quizá un mes, como mucho, los sentimientos se enfriarían, como siempre pasa. La llama que había mantenido aquella chispa en sus ojos, de amor o odio, se terminaría apagando. Dejando lugar a aquella falsa indiferencia, a aquellos comentarios ahora vacíos para mantener las apariencias. "Te odio","te quiero", se encontrarían y pasarían a significar lo mismo, nada.
Con el dulce paso de los segundos, se formaron días y suaves brisas que hacían flaquear aquellas llamas. Ya no eran pasos rabiosos los que la conducían al vagón ni espasmos los que la llevaban a levantar una mirada oscura hacia la figura siempre sentada al fondo del vagón. La sangre hirviente ya no le hacía cosquillas en la espalda, los dientes no se juntaban y su ceño ya no se fruncía. Su mirada reposaba ahora en los edificios que se sucedían en las ventanas, sus pensamientos vagaban buscando formas en las nubes. Y la figura al fondo del vagón ya no la observaba.

Y su corazón ya no latía como antes, ya no pedía a gritos su nombre. No buscaba cien veces su cara entre la multitud, no esperaba su llamada. Ya no. Su vida ya no era importante, nada más que otra más, y en el fondo deseaba poder mirarla. Y de su boca hacía salior los suspiros de antaño, las palabras bonitas al describirla, pero el mismo notaba la falta, el amor dejando paso al recuerdo, aunque el recuerdo no sea bienvenido.
Ya no me quieres, acéptalo.





  • Demasiada mala costumbre hay de atarse a los sentimientos ¿nadie se ha dado cuenta de que siempre desaparecen?

domingo, 29 de marzo de 2009

Hollow Years

He's just the kind of man
You hear about
Who leaves his family
For an easy out
They never saw the signs
He never said a word
He couldn't take another day

Carry me to the shoreline
Bury me in the sand
Walk me across the water
And maybe you'll understand

Once the stone
You're crawling under
Is lifted off your shoulders
Once the cloud that's raining
Over you head disappears
The noise that you'll hear
Is the crashing down of hollow years

She's not the kind of girl
You hear about
She'll never want another
She'll never be without
She'll give you all the signs
She'll tell you everything
Then turn around and walk away

Carry me to the shoreline
Bury me in the sand
Walk me across the water
And maybe you'll understand

Once the stone
You're crawling under
Is lifted off your shoulders
Once the cloud that's raining
Over you head disappears
The noise that you'll hear
Is the crashing down of hollow years

Carry me to the shoreline
Bury me in the sand
Walk me across the water
And maybe you'll understand

Once the stone
You're crawling under
Is lifted off your shoulders
Once the cloud that's raining
Over you head disappears
The noise that you'll hear
Is the crashing down of hollow years

domingo, 8 de marzo de 2009





Me agarro a los momentos,y no suelto a los segundos,no vaya a ser que te vayas a ir.Y te busco y no te encuentro,no vaya a ser que no vuelvas junto a mí.
Quiero ser la noche eterna de la que nunca vayas a despertar.


Maldita sea mi suerte,malditas sean tu suerte y la mía

jueves, 26 de febrero de 2009

Música."Quisiera ser el vestido que llevarás,el carmín que te pondrás,quisiera soñarte como no te he soñado nunca,te veo por la calle y me pongo triste,porque pienso que te irás..."Ay,Lucio.Una emisora al azar,vale,pero parece una tomadura de pelo.No está mal como idea para un anuncio de una nueva tarjeta de crédito: "Lo tienes todo menos a ella"

Perdona Si te llamo Amor-Federico Moccia


miércoles, 11 de febrero de 2009

The Show must go On



Mucho más que una canción es aquello que te hace ver más allá de razas,de creencias,de estúpidos defectos que nos hagan olvidar...Y caa persona seguirá siendo lo que es,creyendo lo que cree,aunque tú no lo hagas,aunque tú lo descrimines,el hecho de ir contra corriente lo hará mucho más fuerte que tú.

"Eras más que todo eso,más de lo que yo podía querer,soportar...Eras el primer pensamiento por la mañana,y la única razón esas noches en las que quería desaparecer.Pero tú nunca dejabas de vivir,tú eras para tí,igual que yo...

Algunas veces creo ver vestigios de felicidad,entre todo ese veneno que dejó la separación,momentos que no volverán...Algunas veces creo que es solo por el dolor,nos hace regresar hasta sentir rencor,y así olvidar.Nunca quise esto,amor,yo no quería desaparecer,tan pronto,yo quería a tu lado...


Es muy difícil escribir esto.¿Lo sabes?

Mañana estaré ahí,sere una cara más perdida en ese mar.

El show debe continuar..."


Gracias Freddie Mercury,tú si que fuiste grande.

martes, 10 de febrero de 2009


Why don't you cry, cry a little over me?
Why don't you lie?
Can't you tell me that I am hard to deny?
Can't you see what I am going through?
Cry just a little for me, oh, girl, a little for me




Cry Just a Little-Avantasia





No me gusta la idea de traducir las canciones,como en todo,creo que se pierde mucho,y más si es un traductor.Así que,mejor leer entre líneas lo que dice.


"En aquella época había dos tipos de personas principales.Las que querían saber la verdad y las que preferían no haberla sabido.

Las primeras,pobres almas estúpidas,vivían con la esperanza de conseguir en su vida una verdad,por lo menos,esa verdad que les hará mínimamente sabios,que les haría aprender a amar y aceptar los defectos de los demás.Una verdad que te permita ver más allá.Ellas,también piensan en lo dolorosa que puede ser esa "terrible verdad" en lo mucho que les hará sufrir.¿Pero qué es eso comparado con saber la verdad?

Las segundas agradecerían mil veces su ignorancia a verse solos.A saber,con esa verdad,lo solos que estaban,lo poco importantes que pueden a llegar las cosas en las que creían.Estas eran,al principio,del primer grupo.Oh,¡pobres almas estúpidas! ahora os dareis cuenta de vuestro error...

Persigue sueños para llegar a ninguna parte,y que se te parta el alma,eso es la verdad,eso fue lo que él me dijo.
Nunca lo olvidaré."

Aún queda un largo camino por recorrer...

lunes, 9 de febrero de 2009

Cierto día de lluvia incansable.Uno de esos días en que no se ve a gente por la calle,ni ricos,ni vagabundos.Quizá alguna persona suelta,pobre,un paraguas roto en la mano,con la mojadura ya calada en los huesos corre bajo la lluvia a taparse a los soportales como si ya le sirviera de algo.En ese cierto día de lluvia esta parecía ensañarse con una chiquilla de esas que visten igual todo el año,llueva,truene o haga sol.Ella,en cambio,sonreía y caminaba lentamente,sin preocuparse por el terrible constipado del día siguiente,la fiebre...¡Qué más da!Gritaba su mente a todos los no-presentes bajo el vendaval.
Hoy hace un día precioso.