Abrió los ojos. Los cerró. Repitió el movimiento. No percibía cambios. Negro. ¿Oscuridad? Movió la cabeza, había suelo bajo su pelo. Frío o caliente. Era terciopelo. Lo intentó por última vez. Escuchó el ínfimo sonido del pestañeo. ¿Pero dónde...? Se mordió el labio inferior. No podía ser. ¿Pintalabios? Ella nunca utilizaba eso. No lograba recordar lo que había pasado.
Le dolía la espalda, los brazos, estaba agarrotada. Los piés los tenía congelados, apenas si era capaz de mover los dedos dentro de los... ¿zapatos? No podía ser. No lograba recordar la última vez ue se había puesto unos de esos, ella nunca abandonaba las deportivas. Olvidando por momentos el dolor de los músculos, intentó hacer memoria. Quizás fuer a una fiesta y bebió de más, por eso iba arreglada. Entonces, ¿estaría en casa e algún tío? Oh, no, mierda. A saber qué había hecho. Inconscientemente estiró el brazo izquierdo, siempre dormía al lado derecho, para comprobar si había alguien a su lado.
Tocó algo.
Pero no fue un cuerpo.
Tocó madera. Comenzó a temblar. ¿Cómo podía haberse quedado dormida al lado de la pared? No lo soportaba, sentía claustrofobia. Realmente había bebido mucho. Cerró los ojos. Intentando controlar nuevamente su respiración. No le llegaba el aire. Extendió el otro brazo.
Gritó. Gritó muy fuerte. Madera.
Comenzó a temblar. Notaba calambrazos en las piernas. Debía calmarse. Fue a colocarse las manos en la cara, para respirar mejor. No pudo. Tropezó con algo. Un techo. Gimió al darse cuenta.
Los zapatos, el pintalabios, el terciopelo... Aquellas gotas en su vaso, la oscuridad,aquel pitido en sus sueños, las voces apagándose, lejanas... La venganza, su entierro.